12 DE SEPTIEMBRE (VILLATUERTA-NAVARRETE)Esta mañana, cuando me pongo en pie, las piernas me recuerdan el paseíto de ayer. Parece que sean de madera. Y hoy toca empezar a estirar las etapas. Más que nada por que mi amigo sólo tiene una semana de vacaciones y el plan es llegar a León en siete días (el próximo viernes).
Desayuno, recogida de la ropa tendida y a preparar las alforjas. ¿La ropa de calle iba en la derecha o en la izquierda? Al final del viaje todavía no lo tenía claro.
Nos despedimos de los hospitaleros y a Estella, que el compañero tiene que comprar cámaras de repuesto. Ahora somos tres, mi amigo, Ismael (el guipuzcoano) y el abajo firmante de bici escoba. Si no tenía bastante con un galgo ahora tengo dos.
Antes de llegar a Estella alcanzo a los dos, que están mirando la parrilla de Ismael. Lleva mucho peso y está cediendo, por lo que tiene que apretar los tornillos.
Como contaba en otro post lo suyo también es de nota. Salió el primer día desde su casa con el objetivo de acercarse lo máximo posible a Pamplona para tomar el Camino Francés. Lo que sucede es que no se percató de lo había entre un punto y otro, y se encontró subiendo el Puerto de Velate con niebla y festival de camiones. 88 kilómetros para calentar. Y por que encontró al final carretera ya que con las indicaciones que le dieron se encontró subiendo por un camino impracticable. ¿Qué les darán de desayunar a estos vascos?
Solucionados los problemas técnicos, subidita (y van…….) por Ayegui hasta la fuente de Irache.
Luego viene un tramo divertido, por el bosquecillo de Irache hasta Azqueta, que te permite de vez en cuando levantar la cabeza y disfrutar algo del paisaje.
Desde Azqueta a Villamayor de Monjardín………otra vez a subir. Uff. El tramo navarro del Camino es algo así como la instrucción de la mili, pero concentrada en dos o tres días.
Aquí tengo la segunda caída chorra del camino, esta vez sin público. En la última cuesta antes de tomar la pista de tierra que te lleva hasta la Fuente de los Moros, mientras voy recuperándome del esfuerzo, la bici se me va hacia la izquierda. Cuando intento enderezarla ya me he salido del camino. Al haber un pequeño escalón piso en falso y ploff……….caídita de Roma a tres por hora.
Afortunadamente caigo en blando junto a un viñedo. Que me embadurne un poco de barro no es problema. Lo que más me molesta son unas incómodas semillas que se me quedan adheridas a las piernas (uno que es modelo “oso” y no se hace la cera…….)
Desde Villamayor de Monjardín a Los Arcos, por fin algo de terreno favorable. Allí me esperan los dos galgos almorzando en una terraza frente a la iglesia. Ya es cerca de mediodía y el sol empieza a picar. Y esto era el principio, por que a partir de Torres del Río la “torraera” ya empieza a ser preocupante.
Hasta la Ermita de la Virgen del Poyo lo algo por camino, alternando el pedaleo con algún que otro empujing. Cuando llego a la carretera no me lo pienso. Con la que cae, y el poco atractivo de los dos barrancos que hay que cruzar, pillo asfalto hasta Viana, que aun así tiene parte de subida. Además el agua del bidón está caliente y sólo sirve para echártela por encima. No aguanta ni diez minutos fresca.
A todo esto……¿aquí cuando se come? Los compañeros de fatigas sólo piensan en hacer kilómetros y digo yo que de vez en cuando habrá que meterle algo al cuerpo. Quedamos en picar algo en Logroño.
Entre Viana y Logroño esto más que calor es fuego. Luego nos enteraríamos que en ese tramo estábamos a 40 grados. En el puesto de Felisa, la de los Higos, me pido un aquarius de litro y medio y antes de entrar en el casco urbano de Logroño ya me lo he ventilado. Allí nos encontramos con otros ciclistas. Por cierto, entre ellos una pareja catalana que iban con el maillot de bicigrino.
A las cuatro y media entramos en Logroño e Ismael aprovecha para comprar una parrilla nueva ya que la que lleva no da más de sí. Y a las cinco, por fin, tomamos una parrillada en una terraza del parque de la Grajera, junto a unas piscinas. Qué ganas dan de colarse y ponerse a remojo.
Una vez recargadas las baterías (que ya era hora) la subida final al Alto de la Grajera se hace más llevadera. Finalmente optamos por hacer noche en Navarrete, en el albergue privado de El Cántaro. Trato familiar y las bicis guardadas en el garaje del dueño.
Como cosa curiosa, tenemos de compañero de habitación un belga de cincuenta y muchos años que hizo el camino portugués desde Oporto y no teniendo suficiente ha continuado por el francés en sentido inverso hasta Lourdes.