Creo que la de ayer fue la etapa más dura de todo el Camino a juzgar por el estado en que me levanté. Qué dolor de cabeza más tonto..... También es cierto que no había entrenado para una jornada nocturna.
Último desayuno con mis tres compañeros de travesía. Aunque tengo el vuelo a las cuatro y media decido no acompañarlos hasta la estación de tren, donde han de recoger la furgoneta de alquiler, y nos despedimos a la puerta de la pensión. El motivo principal es que todavía tengo que gestionar el envío de la bici y quiero ir a la misa del peregrino y, conociéndome, si los acompaño al final seguro que se me complica la cosa.
Un motivo secundario es que cuando intento montar en la burra noto que las costuras del pantalón, que no es muy elástico, se tensan demasiado, y sólo me faltaba que terminara enseñando los gayumbos a medio Santiago……………
Así que, descartada la posibilidad de pedalear, voy empujando la bici camino de la Plaza del Obradoiro, donde tenía la primera tarea del día. Hacerme típica la foto junto a mi sufrida compañera frente a la catedral, ya que ayer, con la "emosión" del momento, se me olvidó.
La segunda tarea fue dejar la burra en el punto de entrega y de ese modo moverme con más libertad el resto del día. La anécdota es que me costó encontrar el lugar ya que buscaba una tienda de bicicletas y resultó ser una tienda de recuerdos. Eso sí, el servicio de transporte, que contraté en la “tienda del bicigrino”, excelente. Llegó a casa en perfecto estado y mucho mejor embalada que el año anterior.
Como me temía al final se me fue el santo al cielo (y eso que lo tenía cerca) y llegué tarde a la misa del peregrino. ¿Qué cómo estaba la iglesia? Abarrotáaaaaa………………
Lo cierto es que fue una ceremonia muy emotiva, oficiada en varios idiomas. Me quedo con la imagen de una peregrina muy jovencita, echada en el suelo junto a su mochila, con pinta de estar bastante dolorida, llorando desconsoladamente mientras sus compañeras trataban de animarla.
Me llama la atención la advertencia del cura oficiante a los feligreses del sentido litúrgico del botafumeiro y que no lo vean como un simple espectáculo. De todos modos, cuando empieza a balancearse el inciensario.....................concierto de “flashes”. Yo incluido, aunque no consigo hacer una foto decente. Es que no se estaba quieto……..
Tras la misa ya sólo me quedaba hacer cola para darle el abracito al apóstol. Como de costumbre, en ese momento me quedé en blanco.
Todavía me quedé un rato deambulando por el templo. Ya era consciente que ahí terminaba mi viaje. La idea originaria era haber continuado hasta Finisterre y era todavía jueves, pero ya había decidido que era el momento de volver a casa. Además según me contaba mi “santa”, estaba a punto de convocar una rueda de prensa para desmentir los incipientes rumores de crisis matrimonial que circulaban por el vecindario, ja,ja,ja,ja. Y de paso, ya tengo excusa para llegar algún año a Fisterra.
Últimas fotos por los alrededores, pequeño picoteo y para el aeropuerto, con la última emoción del día. Ver cómo se viaja con una compañía de “low cost”. Una experiencia. No es que te aten al ala del avión pero no dista mucho de las imágenes de los trenes de la India atestados de pasajeros. ¡Qué agobio y qué pesados con la teletienda que tienen organizada, con rifa y todo! No pude pegar una cabezada en condiciones. Definitivamente prefiero la bicicleta. Eso sí, en poco más de una hora ya estaba en Alicante.
Se dice que cuando llegas a casa es cuando verdaderamente empieza el Camino pero, por si acaso, voy a ver qué excusa me inventó para el año que viene.