por IvanVi Dom 14 Feb 2010, 4:18 pm
11/02/2010
Sarria-Melide (65 kms.)
Bueno, pues tras una preciosa etapa ayer con el O Cebreiro incluido, tenía mis dudas de cómo respondería hoy el cuerpo. Decidí meterme por el camino y evitar la carretera aprovechando lo bonito del paisaje. Todo empezó bien, disfrutando del puente de Sarria y del bosque que alberga el Camino. No obstante, una subida brutal, de las de bajarse de la bici y empujar como un campeón, fue la primera señal de que la jornada no iba a ser un paseo.
De camino a Portomarín el Camino transita por un entorno de campas verdes, bosque, caminos de vacas y corredeiras. Muchos tramos estaban llenos de barro y moñiga de vaca. Jo, dos días después todavía tenía metido dentro el olor a mierda. Son caminos intransitables con la bici, donde toca poner los pies en el suelo... lleno de barro y abundante mierda de vaca... y tirar de bici para atravesarlos. Los pies hundidos literalmente en la moñiga. Pero bueno, no pasa nada, ya que después vienen las corredoiras, para quien no las conozca, auténticos ríos de agua que bajan por los caminos con un caudal que de nuevo te cubre las botas. Ja, ja. Bueno, así se limpian.
Desde el comienzo tenía problemas con los frenos. ¡Oh, no! Precisamente al final, no. Bueno, pues en una bajada trialera total llena de rocas enormes, los frenos, sí, sí, ambos, dijeron basta y me quedé con las manetas en las manos y sin nada que parase mi caída pendiente abajo. Como pude evité el leñazo e intenté reparar los frenos, pero no logré hacer gran cosa. No me quedo más remedio que empujar la bici cuesta abajo y pedalear sólo en las subidas.
De Sarria a Portomarín me llevó más de 4 horas. Entre los caminos, lo frenos y demás, la mañana se había convertido en una caos. Llegué a Portomarín y me dije, "qué narices, pues antes de intentar arreglar un poco los frenos me meto un chuletón en el cuerpo y luego Dios dirá". Así lo hice, medio kilo de chuleta "pal cuerpo" y arreando. En mi desesperación al ver que llegar a Melide era poco más que imposible, decidí tirar "palante" sin frenos. No lo veía muy claro, pero tampoco era solución quedarse en Portomarín sin hacer nada.
En estas, llamé al móvil a mi Ángel del Camino, PacoPi, quién si no, y el tío me inspiró ánimos para seguir pedaleando sin frenos. Me puse manos (... piernas) a la obra y en estas que pasó un ciclista madrileño en bici de carreras. Nos saludamos y me comentó que iba con una pájara de narices. Yo le comenté mis andanzas con los frenos y el tío me echó una mano. Juntos conseguimos ajustar decentemente el freno delantero, con lo que la perspectiva del día mejoró enormemente.
Pues nada, me dije, que voy a intentar llegar a Melide como sea. Claro, os preguntaréis por qué me empeñaba en llegar a Melide con tanta insistencia. Pues bien, la respuesta es simple. El bueno de Paco me recomendó durante el Camino distintos sitios donde papear, que estuvieron de lujo, y me dijo que en Melide tenía que comer pulpo donde Ezequiel. Ja, ja, ja. Llegué a las 19 horas anocheciendo, pero llegué y me puse de pulpo hasta las narices. Muy recomendable, Muy rico y a 6 euros la ración.
En el albergue compartimos noche un peregrino portugués, una brasileña y varios gallegos que empezaban desde allí el Camino. Pasamos una velada muy amena. Eso sí, esa noche no podía pegar ojo por el nerviosismo ante la inminente llegada a Santiago.