LEÓN-PAJARES, 69 km.
La noche anterior a esta primera etapa no dormimos prácticamente nada, tal era el concierto de ronquidos que había en el dormitorio del albergue de las Carbajalas donde nos hospedamos: estaba lleno, de tal modo que a izquierda y derecha, arriba y abajo, por todas partes había resopladores; imposible pegar ojo. Para más “inri” el albergue se cierra por la noche, así que no se podía hacer otra cosa que no fuera esperar pacientemente a que amaneciese. Si hubiera estado abierto me habría marchado a las tres y media de la madrugada porque, desesperado, ya daba la noche por perdida.
Finalmente creo que dormí dos horas escasas, menos es nada. Desayunamos en el albergue y nos dirijimos al Hostal San Marcos, kilómetro 0 de nuestra ruta.
Tras unos 8 kilómetros de asfalto llegamos a Carbajal de la Legua donde comienza el camino de tierra. Desde aquí hasta Cabanillas casi todo es un sube-baja por sendero con no muy buen firme.
En estas imágenes se aprecia el tortuoso discurrir del camino entre bosques de encinas y robles.
Los pueblos van quedando a nuestra izquierda, al fondo del valle.
Pero la pista se complica aún más y hay que echar pie a tierra y empujar la bici. Arriba de la imagen puede verse lo que nosotros tomábamos por un cortafuegos cuando en realidad se trataba …del camino. En la foto también un viejo buzón donde se guarda un libro de firmas y un elemental botiquín, aunque más adelante hay otro en mejor estado.
Este tramo fue la primera dificultad de la jornada, que sin embargo nos compensó con postales como esta.
A continuación llega una bajada hasta Cabanillas y antes se pasa por el lugar de San Pelayo, donde existe una fuente, en la que hicimos acopio de agua fresca, y otro buzón en mejor estado.
En Cabanillas, la Cofradía de la Vera Cruz ha habilitado un albergue nuevo que aún no está abierto pero uno de sus miembros y vecino de la localidad amablemente nos selló la credencial mientras charlamos un rato sobre el impulso que desde esta y otras asociaciones se está dando al Camino.
Hasta La Robla el tránsito se hace mucho más fácil, por caminos llanos y alguna carretera local. Desde lejos ya se ve la chimenea de la central térmica casi avasallando a la Ermita de Celada, que en otro tiempo dio cobijo a los peregrinos. Ya en el pueblo, hicimos la primera parada para un pequeño refrigerio en un bar.
Ermita de Celada y escudos heráldicos de la portada.
En un panel informativo al lado de la ermita se muestra este mapa del Camino que coincide exactamente con nuestra primera etapa.
Puente de Alba sobre el Bernesga, a la salida de La Robla.
Ermita del Buen Suceso en el trayecto hacia la Pola de Gordón.
El camino desde La Robla hasta Buiza transcurre casi llano junto al río, alternando con algún tramo de asfalto. En la foto, bajo un viaducto del AVE.
Hacia La Pola de Gordón, donde hicimos una parada para comer algo ligero.
En Buiza hicimos otra parada en el bar social, donde nos sellaron la credencial mientras tomamos una cerveza charlando con los parroquianos, que nos aconsejaron el desvío por el Collado de Villasimpliz, algo que de todos modos nosotros ya habíamos decidido. Aquí empezaba lo bueno.
Ascenso al Collado de Villasimpliz. En la foto no se aprecia el desnivel pero en apenas un kilómetro y medio se suben casi 200 metros, lo que unido a que las ruedas derrapan en la grava suelta con la que está hecho el camino, hacen imposible la subida en la bici, debiendo empujarla todo este trecho. Incluso hay momentos que el desnivel es tan fuerte que casi nos vence el peso de la bicicleta.
Si esta alternativa es difícil, no quise ni imaginar como será la otra opción, la de Rodiezmo.
Collado de Villasimpliz. Después de un buen rato y mucho esfuerzo llegamos al alto, donde nos esperaba una cancela y estas maravillosas vistas. El descenso es pronunciado y tenemos que bajar con mucho tiento por lo irregular del firme y la arena en algunas zonas.
Las vacas nos observan hacer mientras bajábamos hacia Villasimpliz.
Villasimpliz. Una vez pasado el pueblo, enlazamos con la N-630 que nos llevaría hasta el puerto de Pajares.
Ya en la carretera, nos sorprendió este enorme sapo (era del tamaño de un bidón, sin exagerar) casi mimetizado con el asfalto.
La subida al puerto es constante pero tendida aunque esa tarde soplaba el viento del norte, de cara, lo que nos dificultaba avanzar con soltura.
Arbás del Puerto. Colegiata románica de Santa María de Arbás, del siglo XIII. La parte de la izquierda parece que se usó en otro tiempo como hospital de peregrinos.
Motivos vegetales en el suelo del templo a base de cantos rodados.
Después de visitar la iglesia, continuamos la ascensión, ya sólo nos faltaba un kilómetro y medio para coronar el puerto.
Típica foto para el recuerdo, con mi compañero José Luis. Las penurias se habían acabado por hoy: hasta el pueblo de Pajares donde está el albergue, sólo quedaba el descenso, eso sí, vertiginoso en las primeras rampas de unos dos kilómetros.
Desde aquí, las vistas de la Cordillera Cantábrica son espectaculares.
El albergue, donde sólo había dos peregrinos, está rodeado de prados donde pastaban unos terneros. En medio de este escenario bucólico, esta noche dormiríamos a pierna suelta.
Las vistas desde el albergue.
Después de acomodarnos, aún había tiempo para una merecida cerveza en el único bar del pueblo mientras Marisa, la hospitalera, nos preparaba la cena que más tarde llevaría al albergue: sopa de pollo con fideos de primero y pollo al horno con patatas, al que añadió unos huevos fritos “porque le pareció poco“ (aunque comimos hasta hartarnos). Una delicia de cena casera, con vino y postre por un precio simbólico, 8 euros. Además de muy buena cocinera, esta mujer encantadora nos amenizó la cena con su charla a los cuatro que allí estábamos.
Creo que es uno de los mejores albergues en los que me he alojado.
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P.D.- Edito para corregir y mejorar alguna foto.
Última edición por Zeus el Mar 29 Mayo 2012, 8:46 pm, editado 2 veces