5ª Etapa
El Talladell - Fraga (90,00 km)
Hoy cambiamos de aires, en principio una etapa más tranquila y con apenas dificultades, únicamente por reseñar poco antes de llegar a Fraga dos subidas.
Nos despedimos de nuestros anfitriones, nos han tratado estupendamente, no hay dinero para pagarlo. Ha sido algo emotivo el estar con María, Edu y Leo.
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El día amanece soleado, y se nota que va a hacer calor. Sin dificultades afrontamos los primeros kilómetros de la etapa de hoy, llegamos a Tárrega y como siempre, dirección prohibida, lo evitamos y recorremos la ciudad de una forma un poco anárquica hasta llegar a la iglesia donde retomamos las flechas.
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El camino hasta Anglesola se hace por asfalto, tras esta localidad, el camino toma caminos parcelarios, ciclamos junto al canal d’Urgell durante un tiempo y vamos atravesando distintas poblaciones. Con tranquilidad van cayendo los kilómetros.
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Nos aconsejaron de parar a desayunar en el restaurante MODERNO, en Castell Nou de Seana, pero no lo pudimos hacer porque no lo encontramos, este restaurante debe tener un desayuno de Peregrino, que debe de dar fuerzas para afrontar muchísimo mejor la etapa.
Nosotros pasamos la localidad y continuamos haciendo kilómetros hasta Palau d’Anglesola, donde paramos para tomar un tentempié.
Después de descansar y refrescarnos, continuamos la marcha, esta vez dirección Lleida a la que llegamos y nos sorprendió lo bonito que es la entrada a esta ciudad, el recorrido lo hacemos por la orilla del rio Segre, habilitado como lugar de ocio. Cruzamos por uno de los puentes a la otra margen y vamos paseando con las bicicletas, siguiendo el curso del rio hasta salir de la ciudad.
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Salida que se hace por un camino que tiene delimitado un espacio para circular con bicicletas e ir andando y por donde los vehículos a motor lo tienen prohibido. Es un camino que sigue el curso del rio Segre y muy transitado por los vecinos de la ciudad.
Este camino nos conduce hasta Alcarras, ultima población de Catalunya, aquí entramos en un súper a comprar material para comer. Dado que el sol aprieta y el calor es cada vez mayor, pedimos permiso en el súper para poder comer en una mesa que hay junto a la panadería del centro, desde donde tenemos en todos momentos vigilados las bicicletas. Comemos tranquilamente, dentro del recinto se está muy bien, por lo que aprovechamos para que corra el reloj.
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Una vez repuestos las energías, retomamos la que será el último tramo que nos llevara al final de etapa en Fraga y que para ello debemos de superar las dos únicas dificultades del día. El calor es intenso, pero queda poco para llegar a Fraga.
En las subidas parece que hace más calor, no corre ni una brizna de aire para calmar el calor, la sombras son escasa y para las pocas que hay aprovechamos para resguardarnos del sol, que no es que apriete, sino que da como en marzo, con el mazo. Nos hemos quedado sin agua y para reponer líquidos nos comemos unas naranjas que aunque estén calientes el jugo alivia la sed.
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Una vez llegados al alto de la segunda subida, afrontamos la bajada hasta fraga, tenemos tantas ganas de llegar que nos olvidamos de los tracks, las flechas y de todo, bajamos con tanto ímpetu que si no llega a haber el rio, dejamos Fraga atrás, nos pasamos de frenada.
Nos dirigimos hacia la iglesia San Pedro, en la plaza frente a la iglesia paramos en el bar que hay, tomamos unas cervezas para refrescarnos y el chico que nos atiende nos recomienda hablar con el párroco que vive junto a la iglesia.
Me dirijo a la parroquia y soy atendido muy amablemente por el Párroco, con quien tengo una amena charla mientras sella las Credenciales y nos hace dos vales para que nos den alojamiento gratuito en el Camping Fraga. Me despido del Párroco, no sin antes agradecerle por el trato recibido.
Recogemos las bicicletas y tras recibir las explicaciones por donde debemos de dirigirnos al Camping, retomamos las andaduras. Antes pasamos por una tienda de comestibles para aprovisionarnos para el día siguiente, algo para desayunas y fruta para el Camino, queremos salir nada mas amanecer para poder aprovechar la frescura de la mañana y que no nos pille el calor pedaleando por los Monegros.
Tras comprar las viandas, nos dirigimos al camping, están en lo más alto de Fraga, mas alto están las nubes. Llegamos a la entrada y ya nos quedamos un poco “moscas”, no han podado la hierba desde 1936 por lo menos, bajamos a recepción y esto cada vez tiene una pinta más rara. Nos atiende un señor, que nos suponemos es el dueño, le entregamos el papel y los d.n.i. El señor nos dice que las bicis tienen que pagar (2,85€ + iva c/b, en total 5,94€), si fuéramos peregrinos, las mochilas pagarían?, tenemos suerte, es “temporada baja y el agua caliente entra dentro de la tarifa”, porque si no fuera temporada baja, tenemos unas duchas junto a los fregaderos. Nos da la llave del bungaló y con nuestros enseres nos dirigimos a dicho alojamiento.
Soy campista desde hace muchísimos años, he conocido algunos Campings, este no llega a esa categoría. El bungaló, más bien es una caseta de enseres de labranza sin los enseres y con dos literas (4 camas), ni almohadas, ni sabanas, eso sí, polvo y suciedad en toda la caseta. Hay que decir que hay una mesa corrida en el interior, la sacamos para hacer sitio a las bicis, al fin y al cabo son los que han pagado. Tenemos ganas de ducharnos y con nuestras toallas y demás nos vamos a ello. Antes pasamos por donde nos ha comentado que se puede duchar con agua fría, los lavabos para fregar la vajilla tienen una costra que difícilmente se ve el color de la fregadera y se le ha olvidado al señor darnos un machete para acceder a las duchas.
Nos vamos a las duchas de agua caliente que están en el mismo edificio de la recepción-bar, todo un lujo, si estuviéramos en la prehistoria. Tenemos ganas de ducharnos y no le damos más importancia. La ducha en la que yo me ducho el grifo no es necesario sacarlo de donde esta, le sale el agua por todas las partes. Mientras me ducho y a punto de terminar se apagan las luces, salgo de la ducha para ver qué ocurre, con tal mala fortuna que resbalo, golpeándome en el codo e hiriéndome, un corte y sangro, me mosqueo, salgo de la ducha, llamo a Gotzone y le cuento lo que me ha sucedido, vuelvo al bungaló y realizo unas llamadas, no tengo intención de quedarme la noche en este “antro”, consigo contactar con una pensión y me guardan una habitación, peor que esto no puede ser.
Cuando Gotzone regresa le comento lo que hay y decidimos marcharnos, nos vestimos, cogemos nuestros enseres y las bicicletas y abandonamos el “camping”. Lo bueno es que hasta la pensión todo va a ser cuesta abajo, menos sufrimiento. Al entregar la llave no reclamo lo que he pagado por las bicis, no me importa y parece ser que al señor tampoco le importa que nos marchemos, no nos pide una explicación (no se lo he dado), seguro que a él le da lo mismo, cobrara a la parroquia estemos o no estemos.
Llegamos a la pensión, comparado con lo anterior, estamos en un hotel 5 estrellas, es coqueto, limpio y con una atención extraordinaria, nos atendienden fenomenal, el cambio ha merecido la pena.
Tras instalarnos y antes de cenar, que lo haremos en el bar de la pensión, nos damos una vueltecita para tomar algo en una terraza, hace calor, 20:00 horas y un termómetro en la calle marca 29º, para combatir un par de galimbas.
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Nos vamos a cenar a la pensión, cena casera y rica, nos retiramos como a nuestros aposentos como reyes. Mañana hay que madrugar algo más para aprovechar la frescura de la mañana e intentar hacer cuantos más kilómetros mejor antes de que el sol apriete.
P.D.: Somos bicigrinos, no somos exigentes, nos conformamos con un lugar para limpiarnos del polvo del Camino y un lugar para descansar y recuperarnos para afrontar las vicisitudes que nos deparara el Camino. Pero un lugar limpio y con dignidad, no creo que sea mucho pedir.