por slow Miér 28 Nov 2012, 8:01 am
El Camino del Norte.
Dia 7. Zumaia—Colegiata Zenarruza (Bolivar)
Del mediterráneo al cantábrico.
El Camino del Norte
La mañana se movía al compás de las olas que sin fin van golpeando la costa de la que lentamente me he ido separando, el camino jugaba con la línea del ferrocarril, con la autopista, con la nacional, con la ría del Deba para, serpenteando, recordarme por si lo había olvidado que este Camino es todo menos un paseo. La subida, dura, te planta en las cercanías de los 400m a base de sufrir en dieciséis Km.
Todo iba bien hasta que…
En un tobogán lo imposible ha pasado:
Los frenos, los frenos no frenaban y de ello he sido consciente en la necesidad de frenar, rápidamente, como un acto reflejo mis zapatos han buscado las cubiertas de la rueda trasera y la delantera…
Tras el susto, en la lluvia, las preguntas y las respuestas: que hacer?
El día ha sido increíble, de todo ha habido en este día: momentos épicos, momentos de furia contenida, momentos de miedo, momentos en los que si hubiera sido preciso ya hubiera acabado el Camino.
Y Patxi….
También Patxi que ahora esta conmigo leyéndome no se que del monje Gregorio…
Una señal del camino me ha llevado al Camino y en el Camino había barro, había subidas, había de todo aquello que en la guía te recomienda que no vayas con bici…
Más de diez kilómetros, quizás veinte… que más da…
Simplemente durísimo y sufriendo no solo porque la bici quería salir corriendo en cuesta abajo y había que empujarla cuesta arriba sino porque sabía que había quedado con Patxi con el que en tenía que pedalear a la tarde…
El contestador automático de la empresa donde trabaja me dice que no esta…
No tengo como llamarle y espero su llamada que llega en un momento en el que la pendiente es increíble y le explico por encima que no va a poder ser…
A Larruskain, emplazado en el valle no se entra, tienes la sensación conforme te acercas desde lo alto que es uno de esos pueblos muy pequeños en los que parece haberse parado el tiempo, bonito, autentico…
Más allá he recuperado un curso desconocido el del Artibai para llegar al que parecía el destino del día: Markina
Patxi me espera vestido de calle y pienso que menos mal y nos vamos a comer en charla animada, hay un taller de bicis al que vamos tras comer, Manu Ciclos no es un taller normal y mucho menos su dueño que tal y como me ha visto, sin apenas escucharme ya tenía la bici dispuesta para repararla…
Y esa era la primera de las sorpresas…
No solo es una enciclopedia andante, no solo parece haber estado en todos los sitios, conocer el mundo de las bicis, de las motos, saber de su tierra, no, orgulloso de su vida y de su manera de entender la vida nos ha enseñado una iglesia peculiar: San Miguel
En esa Iglesia un meteorito, nos ha dicho, configura el centro del recinto construido… luego un café y parecía que nada tenía fin…
Ha sido en ese momento cuando ya pensaba que me quedaba en Markina, pero Patxi me ha recomendado la colegiata, un albergue de monjes Cistercienses… de noche, con su coche guardándome las espaldas he llegado a un lugar sin duda especial en el que aguardo la cena.
Tengo- días luminosos, sonrisas irrepetibles, miradas perturbadoras.
Tengo- imágenes inabarcables, vistas imposibles, horizontes curvos.